- INTRODUCCIÓN. 1. OCASIÓN DE LA CARTA.
- INTRODUCCIÓN. 2. CONTENIDO DE LA CARTA.
- INTRODUCCIÓN. AUTOR.
- INTRODUCCIÓN. DIVISIÓN.
- PRÓLOGO. 1,1-4.
- I. DIOS ES LUZ. VIVE EN LA LUZ QUIEN AMA AL PRÓJIM...
- II. IDENTIDAD CRISTIANA Y SUS ENEMIGOS. Caracterís...
- El mundo. 2,15-17.
- Los anticristos. 2,18-28.
- III. DIOS ES PADRE. ES HIJO DE DIOS QUIEN AMA AL P...
- Las dos opciones. 3,4-18.
- El amor/Espíritu elimina la seguridad. 3,19-24.
- IV. VERDADERA Y FALSA INSPIRACIÓN. 4,1-6.
- V. DIOS ES AMOR. SOLO QUIEN AMA CONOCE A DIOS 4,7-...
- Testimonio en favor del Hijo. 5,6-12.
- EPÍLOGO. 5,13-21.
sábado, 11 de mayo de 2013
1 CARTA DE JUAN. ÍNDICE.
domingo, 3 de junio de 2012
EPÍLOGO. 5,13-21.
13Me he propuesto con
esta carta que vosotros, los que prestáis adhesión a la persona del Hijo de Dios,
estéis ciertos de que tenéis vida definitiva.
14Esta es la seguridad
que tenemos al dirigimos a él, que si pedimos algo conforme a su designio, nos
escucha; 15 y al estar ciertos de que él escucha cualquier cosa que le pidamos,
estamos ciertos de que obtendremos lo que le hemos pedido.
16Si uno se da
cuenta de que su hermano peca en algo que no acarrea la muerte, pida por él y le
dará vida. Digo los que cometen pecados que no acarrean la muerte. Hay un pecado
que acarrea la muerte; no me refiero a ése cuando digo que rece. 17Toda injusticia
es pecado, pero hay pecados que no acarrean la muerte.
18 Sabemos que todo el
que vive como nacido de Dios no peca; no, lo preserva el que nació de Dios, y el
Malo no puede atraparlo.
19Sabemos que somos
de Dios, mientras el mundo entero está en poder del Malo.
20Sabemos que ha
venido el Hijo de Dios y nos ha dado entendimiento para conocer al Verdadero, y
estamos con el Verdadero, estando con su Hijo, Jesús Mesías. Ese es el
verdadero Dios y vida definitiva.
21Hijos, guardaos de
los ídolos.
EXPLICACIÓN
13-21. Propósito de la
carta: asegurar a los lectores de que la fe/adhesión a Jesús Mesías y la práctica
del amor fraterno son la vida definitiva (13).
Los que son hijos de
Dios y tienen la experiencia de la vida definitiva tienen la seguridad de que
Dios los escucha en todo lo que contribuye a realizar su designio. La conciencia
de ser escuchados es tan cierta, que lo que se pide es ya de alguna manera poseído (14-15).
Eficacia de la oración
por un miembro de la propia comunidad que falla en algo, pero no abandona su compromiso
de fe y amor; la oración, expresión de amor, comunica vida. El pecado que
acarrea la muerte: la opción en contra del amor; no amar, sino odiar; quien tal hace
se priva de la vida definitiva (3,15). Se puede orar por él, pero no es a esta oración
a la que se refiere el autor (16; cf. 3,14-15). Las incoherencias del cristiano
no siempre suponen el abandono de su adhesión (17).
Tres vivencias que
se derivan de lo que es Dios y de la vida que ha dado a los hombres:
Primera, que Jesús,
el Hijo de Dios, protege contra el pecado a los que han nacido de Dios; «el Malo»,
personificación de los valores del sistema injusto (cf. 3,8) (18).
Segunda: la conciencia
de pertenecer a Dios, y de la oposición a los valores del mundo (19).
Tercera: conocer por
medio de Jesús al verdadero Dios Jn 17,3; 6,44; 14,6; vida definitiva, cf.
Jn 5,26) (20).
Sólo el Dios que Jesús
revela, el que es amor y exige fraternidad, es el verdadero; ídolos, todas
las falsas imágenes o concepciones de Dios que se han fabricado los hombres. Cualquier
dios distinto del que se revela en Jesús, aunque se le invoque como Dios de los
cristianos, es un ídolo (21).
Testimonio en favor del Hijo. 5,6-12.
6Éste es el que pasó
a través de agua y sangre, Jesús Mesías. No se sumergió en el agua solamente,
sino en el agua y en la sangre, y es el Espíritu quien está dando testimonio,
porque el Espíritu es la verdad. 7Son tres los que dan testimonio: 8el Espíritu,
el agua y la sangre, y los tres coinciden.
9Si aceptamos el
testimonio humano, el testimonio de Dios tiene más fuerza; porque ése es el
testimonio de Dios, que ha dejado su testimonio acerca de su Hijo.
10Quien mantiene su
adhesión al Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo; quien no da fe a Dios
lo deja por embustero, por negarse a dar su adhesión al testimonio que ha
dejado Dios acerca de su Hijo. 11 Y éste es el contenido del testimonio: que
Dios nos ha dado vida definitiva, y esta vida está en su Hijo: 12quien tiene al
Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
EXPLICACIÓN.
6-12. Párrafo claramente
antignóstico. Jesús, el Mesías, no pasó únicamente a través del bautismo (agua),
donde recibió el don de Dios, la unción del Espíritu, sino que respondió a
ese don dando su vida por los hombres (sangre); el memorial de su entrega
es la eucaristía. Se sumergió, implícito en la prepos. gr. en, cf.
1 Cor 10,2; la muerte, considerada como otra inmersión, cf. Mc 10,38s. El
Espíritu de Dios sigue dando testimonio de que Jesús significa amor hasta el fin;
el Espíritu es la verdad, cf. 4,6: «el espíritu de la verdad" (6);
da su testimonio a través de los mensajes inspirados (la profecía), en el bautismo
(agua) y en la eucaristía (sangre) (7-8). La adición de la Vulgata
clementina sobre los tres testigos celestes, el Padre, la Palabra y el Espíritu
Santo, no se halla en los códices griegos y, entre los latinos, sólo se lee en
algunos códices españoles. Es probable que su origen sea africano.
Ese testimonio vivo y
permanente en la comunidad tiene más fuerza que cualquier otro, pues está dado por
Dios mismo (9). Pero, además, Dios da su testimonio dentro de cada uno de los fieles
(10; cf. 2,20.26s), y este testimonio consiste en la experiencia de una calidad
de vida (el Espíritu) que dimana de la adhesión a Jesús, el Hijo de Dios, el Mesías
que murió por los hombres (11-12).
Para el autor, el cristianismo
no se define solamente por la experiencia interior de Dios, por la devoción o por
la aspiración y el esfuerzo por una perfección interior; es una experiencia de
vida y amor divino a través de Jesús, el Ungido, que transforma la conducta y se expresa necesariamente
en el amor a los demás hombres. Si no se traduce en conducta, el cristianismo es
espurio.
V. DIOS ES AMOR. SOLO QUIEN AMA CONOCE A DIOS 4,7-21. VI. VICTORIA SOBRE EL MUNDO. LA VIDA. 5,1-5.
7 Amigos míos,
amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios y todo el que ama ha nacido
de Dios y conoce a Dios. 8El que no ama no tiene idea de Dios, porque Dios es
amor.
9De este modo se
manifestó entre nosotros el amor de Dios: enviando al mundo a su Hijo único
para que tuviésemos vida por su medio.
10Esto define a ese
amor: no el haber nosotros amado antes a Dios, sino el habernos él demostrado
su amor enviando a su Hijo para que expiase nuestros pecados.
11 Amigos míos, si
Dios nos ha amado así, es deber nuestro amamos unos a otros. 12 A la divinidad
nadie la ha visto nunca; si nos amamos mutuamente, Dios habita en nosotros y su
amor queda realizado en nosotros. I3Ésta es la señal de que habitamos en él y
él en nosotros, que nos ha hecho participar de su Espíritu.
14Nosotros lo hemos
contemplado y atestiguamos que el Padre envió a su Hijo al mundo para salvar al
mundo.
15Si uno reconoce que
Jesús es el Hijo de Dios, Dios habita en él y él en Dios. 16Por nuestra parte,
le hemos dado fe y conocemos el amor que Dios mantiene en nosotros. Dios es
amor: quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
17Entonces queda
realizado el amor en nosotros, cuando nos sentimos seguros en el momento de ser
juzgados, porque lo que es él, también lo somos nosotros en este mundo. 18En el
amor no existe temor; al contrario, el amor acabado echa fuera el temor, porque
el temor anticipa el castigo; quien siente temor aún no está realizado en el
amor.
19Podemos amar
nosotros porque él nos amó primero.
20EI que diga « Yo
amo a Dios» mientras odia a su hermano, es un embustero, porque quien no ama a
su hermano a quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarlo. 20Y
éste es el mandamiento que recibimos de él, que quien ama a Dios ame también a
su hermano.
EXPLICACIÓN.
7-21. Dios es la fuente del amor; no se puede comprender la
verdadera naturaleza del amor, a menos de reconocer que su origen está más allá
del hombre mismo. El amor mutuo prueba que se es hijo de Dios, porque el que
ama se comporta como Dios mismo; y sólo el que tiene experiencia del amor puede
conocer a Dios, que es amor (8). La afirmación Dios es amor significa que éste
no es sólo un aspecto de la actitud o actividad de Dios para con el hombre,
sino que en Dios el amor lo es todo, y que todo lo que hace es expresión del
amor que constituye su ser. La metáfora inicial de la carta, «Dios es luz»
(1,5), se corresponde con la afirmación «Dios es amor»: la luz es el amor/vida
(cf. Jn 1,4) en cuanto se manifiesta («brilla»), puede ser conocido y
transforma («ilumina») al hombre.
Cada uno ha podido percibir el amor de Dios, por la vida que
ha recibido de Jesús (9). El amor es desinteresado y no es una mera respuesta,
sino el don de sí mismo; así lo ha demostrado Dios enviando a su Hijo. No es
mera respuesta, porque de hecho el hombre no había ofrecido nada a Dios,
incapacitado para hacerlo por su conducta injusta, contraria y cerrada al amor,
que creaba un obstáculo insuperable para recibir el amor de Dios. Éste, por
propia iniciativa, envió a su Hijo para quitar el obstáculo (cf. 2,2) (10).
La respuesta al amor es amar (11), y el amor del hombre
necesita ver y comprender, lo que es imposible respecto a Dios (cf. Jn 1,18).
Pero el amor mutuo es la señal de que Dios está con los hombres y de que su
propósito, la realización del hombre, se cumple (12). La experiencia del
Espíritu da conciencia al hombre de esta presencia de Dios en él (13).
Además del testimonio interno del Espíritu, está el externo,
el de los testigos presenciales de la vida de Jesús en la tierra, que ha
quedado plasmado en el evangelio (Jn 1,32.34; 19,35; 21,24) y que se ha
transmitido en la comunidad. El plan de Dios es salvar al mundo por medio de
Jesús (Jn 3,17); para salvar, lit, «como Salvador», término helenístico
equivalente al hebreo Mesías (cf. Jn 4,25.42) (14). Lo importante es reconocer
que el hombre Jesús, que vivió en la historia, es el Hijo de Dios, capaz de
revelar a los hombres lo que realmente es Dios. De hecho, Jesús es el que, por
amor a los hombres, llegó a dar su vida, traducción en términos humanos del
amor infinito e irreversible de Dios por el hombre (15). Dado que Dios es amor,
el hombre que ama puede estar seguro de que está unido con Dios (16).
Los que viven la entrega a los demás hacen presente en la
tierra el amor de Dios; esa sintonía con Dios elimina todo temor, y así el amor
llega a su pleno desarrollo (17). Amor y temor, incompatibles (18).
El hombre puede amar porque se siente amado (19), pero no
puede corresponder al amor de Dios sino a través del prójimo. Amor a Dios sin
amor a los hombres es pura ilusión; a Dios, a quien no ve, cf. 4,12 (20-21).
VI. VICTORIA SOBRE EL MUNDO. LA VIDA.
5,1-5.
51Quien cree que Jesús es el
Mesías ha nacido de Dios, y quien ama al que da el ser ama también a todo el
que ha nacido de él.
2Ésta es la señal de
que amamos a los hijos de Dios, que amamos a Dios cumpliendo sus mandamientos,
3porque amar a Dios significa cumplir sus mandamientos.
Sus mandamientos no
son una carga, 4porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo; y ésta es
la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5Pues, ¿quién puede vencer al
mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
EXPLICACIÓN.
1-5. La fe/adhesión a Jesús-hombre como Mesías salvador es
señal de haber nacido de Dios, es decir, de haber recibido su Espíritu. Se
opone el autor a los que minusvaloraban la humanidad de Jesús, afirmando que
«el Mesías» es una realidad celeste que descendió sobre Jesús en su bautismo y
se separó de él antes de su crucifixión. La muerte del hombre Jesús, fundamento
del compromiso cristiano de amor a los hombres, no tenía valor para ellos ni,
por tanto, se sentían vinculados por ese compromiso.
El Espíritu instaura la relación Padre-hijo entre el hombre
y Dios, y amar al Padre lleva consigo amar a todos los que a él se parecen (1).
El autor ha mostrado que el amor tiene su origen en Dios y
que el amor a Dios, reflejo del que él nos tiene, se demuestra con el amor a
los hermanos. Ahora considera lo mismo desde el punto de vista opuesto: tampoco
es posible amar a los hermanos sin tener el amor a Dios, que se traduce en la
fidelidad a su designio. Sólo ateniéndose a los mandamientos, es decir, amando
como Jesús ha amado (cf. 3,23) se puede estar seguro de que el amor a los demás
es verdadero (2-3a).
Esto no es difícil cuando se desprecian los valores del
mundo. Tal es la victoria que da la fe/adhesión a Jesús (cf. Jn 16,33):
reconociéndolo por Hijo de Dios se adoptan sus valores, contrarios a los del
orden injusto (3b-5).
IV. VERDADERA Y FALSA INSPIRACIÓN. 4,1-6.
4 1 Amigos míos, no deis fe a cualquier inspiración; sometedlas a prueba para ver si vienen de Dios, pues ya han salido en el mundo muchos falsos profetas. 2Esta es la señal de la inspiración de Dios: toda inspiración que confiesa que Jesús es el Mesías venido ya en carne mortal, procede de Dios; 3y toda inspiración que no confiesa a ese Jesús no procede de Dios; eso es lo propio del anticristo. Oísteis que iba a venir, y ahora ya está en el mundo.
4Hijos, vosotros sois de Dios y ya los habéis vencido, porque el que está entre vosotros es más fuerte que el que está en el mundo. 5Ellos pertenecen al mundo, por eso hablan el lenguaje del mundo y el mundo los escucha. 6Nosotros, en cambio, somos de Dios; quien conoce a Dios nos escucha a nosotros; quien no es de Dios no nos escucha.
Con esto podemos distinguir el espíritu de la verdad del espíritu del engaño.
EXPLICACIÓN.
1-6. El Espíritu es el maestro de la comunidad (2,27), pero puede haber mensajes que se presentan como inspirados y que proceden de un espíritu falso, como en los falsos profetas (1); inspiración: el gr. pneuma puede designar un espíritu, su acción (la inspiración) o el mensaje inspirado. El Espíritu de Dios lleva a identificar a Jesús-hombre con el Mesías salvador y, en consecuencia, a continuar su actividad por el bien de la humanidad; quien niega que Jesús-hombre sea el Mesías (antimesías, anticristo) rehúsa todo compromiso (2-3; cf. 2,22).
Los destinatarios de la carta tienen la experiencia de Dios (sois de Dios) por el nuevo nacimiento y el don del Espíritu, y no se dejan engañar (los habéis vencido, cf. 2,13a) (5); los otros pertenecen al mundo, pues su religiosidad sin compromiso apoya el orden social injusto (cf. 2,15-17); como su cristianismo no se traduce en seguir a Jesús trabajando por la justicia y el bien del hombre, el mundo los acepta y los entiende (6).
El amor/Espíritu elimina la seguridad. 3,19-24.
19De este modo
sabremos que estamos de parte de la verdad y podremos apaciguar ante Dios
nuestra conciencia; 20y eso aunque nuestra conciencia nos condene, pues por
encima de nuestra conciencia está Dios, que lo sabe todo.
21 Amigos míos,
cuando la conciencia no nos condena, sentimos confianza para dirigimos a Dios
22y obtenemos cualquier cosa que le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos
y hacemos lo que le agrada. 23y éste es su mandamiento: que creamos en la
condición de su Hijo, Jesús Mesías, y nos amemos unos a otros como él nos dejó
mandado. 24Quien cumple sus mandamientos habita
en Dios y Dios en él; y ésta es la señal de que habita en nosotros, el Espíritu
que nos ha dado.
EXPLICACIÓN.
19-24. El amor que
se expresa en obras da al hombre la seguridad de estar unido a Dios, de estar
de parte de la verdad. Puede sentirse interiormente tranquilo, porque Dios sabe
que ese amor es verdadero y que es la actitud decisiva de la persona, a pesar
de los fallos que impiden su perfecta realización (19-20; cf. 1,7).
Actitud confiada
ante Dios y seguridad de que escucha (21-22); lo que le agrada, cf. Jn
8,29. Los mandamientos de Dios se reducen a uno: creer que Jesús es su Hijo y
el Mesías salvador y, en consecuencia, cumplir el mandamiento que él dio (Jn 13,34)
(21-23). El amor de obra mantiene unido a Dios y esta unión queda confirmada
por la experiencia interior del Espíritu (24).
Las dos opciones. 3,4-18.
4Todo el que comete
pecado comete también rebeldía, porque el pecado equivale a la rebeldía. 5Como
sabéis, él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado.
6Ninguno que permanece con él se da al pecado; nadie Que se da al pecado lo ha
visto ni lo ha conocido.
7Hijos, que nadie os
extravíe: quien practica la justicia es justo, como justo es él; 8quien comete
el pecado es del Enemigo, que ha sido pecador desde el principio. Precisamente
para esto se manifestó el Hijo de Dios, para deshacer las obras del Enemigo.
9Quien vive como
nacido de Dios no comete pecado, porque lleva dentro la semilla de Dios; es
más, porque vive como nacido de Dios, le resulta imposible pecar.
10Con esto queda
patente quiénes son los hijos de Dios y quiénes los hijos del Enemigo. Quien no
practica la justicia, o sea, quien no ama a su hermano, no es de Dios; 11porque
el mensaje que oísteis desde el principio fue éste: que nos amemos unos a
otros; 12no como Caín, que estaba de parte del Malo y asesinó a su hermano. Y
¿por qué lo asesinó? Porque sus propias acciones eran malas y las de su hermano
justas.
13No os extrañéis,
hermanos, si el mundo os odia.
14Nosotros sabemos
que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. No amar
es quedarse en la muerte, 150diar al propio hermano es ser un asesino, y sabéis
que ningún asesino lleva dentro la vida definitiva.
16Hemos comprendido
lo que es el amor porque aquél entregó su vida por nosotros; ahora también
nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. 17Si uno posee bienes
de este mundo y, viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas,
¿cómo va a estar en él el amor de Dios? 18Hijos, no amemos con palabras y de
boquilla, sino con obras y de verdad.
EXPLICACIÓN.
4-18. El pecado o injusticia, que consiste en impedir,
reprimir o suprimir la vida en el hombre, es rebelión contra Dios (4), pues se
opone al plan divino, que el hombre alcance su plenitud, e inutiliza la obra de
Jesús (5). Imposible estar unido a Jesús y practicar la injusticia (6); en él
no hay pecado, cf. Jn 7,18: «en él no hay injusticia».
Peligro por la doctrina de los disidentes (7-8): la conducta
manifiesta el ser de la persona y muestra a quién da el hombre su adhesión
profunda y qué valores inspiran su conducta. El Enemigo, gr. diabolos,
«enemigo, adversario", personificación del principio inspirador del
sistema injusto y opresor del hombre (cf. Jn 8,44); desde el principio, alusión
a la tentación del paraíso. La obra de Jesús tendía precisamente a echar abajo el
sistema injusto (8b).
Vive como nacido de Dios (9), traducción del perfecto
griego, que no denota solamente el acto de nacer, sino también el influjo
permanente de esa realidad en el curso de la existencia. Quien vive como hijo
de Dios no comete injusticia, pues el hijo se comporta como su Padre (cf. Jn
5,19; 8,39); semilla, gr. sperma, cf. Jn 8,37: descendencia (sperma) de
Abrahán.
Este criterio permite discernir más allá de las palabras
(10). Si un individuo comete habitualmente obras contrarias a la justicia o al
amor, está alejado de Dios. Obrar con justicia equivale a amar al hermano, y
éste es el mensaje, la palabra que Dios dirige a los hombres (11). La historia
de Caín es el ejemplo típico de la falta de amor. El odio del mal contra el
bien lleva a toda injusticia, incluso al asesinato (12).
No se puede esperar otra cosa de la sociedad perversa; el
orden opresor odia necesariamente a quien trabaja por el bien de los demás y
crea una nueva relación humana (13). Pero ese amor de obra es la prueba visible
de que quien lo practica posee la vida definitiva, es decir, tiene a Dios con
él; es la conducta el criterio que permite establecer la autenticidad de la
experiencia interior (14a). Odiar equivale a matar y a estar muerto; asesino,
cf. Jn 8,44 (14b-15).
Jesús hizo comprender que amar significa entregar la propia
vida para que los demás vivan (16; cf. Jn 10,11). El amor se demuestra con la
solidaridad de obra (17). Exhortación (18).
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